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Una luz se apaga, un pensamiento aparece.

Una vela se enciende, un recuerdo se olvida.

Una bombilla se funde, una idea nos sorprende.

Una luciérnaga luce, 

¡Quiero ser una luciérnaga!

¿Por qué cuento?

Porque me gusta contar.

Porque elijo historias y palabras que me despiertan. Cuentos que sacuden mi conciencia, me susurran otros puntos de vista, me hacen sentirme universo.

Y, por supuesto, es un placer llenarme la cabeza, además de pájaros y nubes, de palabras que inspiran.

Cuento para desentrañar el hilo del laberinto, para recordarme que el tiempo no existe.

Cuento para decirme que no desespere, que el presente es lo único que tengo, y vivirlo lo que importa.

Cuento para acompañar mi presente de ideas como que existen las hadas, o que una niña llamada Pipi Calzaslargas puede conseguirlo todo.

Cuento huyendo de las moralejas y de los sirve para… para invadirme de poesía.

Cuento y, en el camino, conozco otros contadores y eso me alegra el alma.

Cuento porque, como dice el cuento, “existe un manzano mágico cuyos frutos son pájaros” (1), y luego una niña me cuenta que está plantando semillas y regando, a ver si de su maceta también salen pájaros, como en el cuento.

Cuento porque es emocionante sentir el vértigo del momento presente y acogerte a él, confiar, jugar y aceptar lo que pase.

Cuento porque no sé, y mi manera de aprender es contando.

Cuento porque me gusta repetir, repetir lo que me gusta y como dicen las niñas y los niños: Otra vez, otra vez, otra vez...

Cuento para pedir que llueva, para rezar a las plantas y para sentirme gato bajo el sol.

Cuento para metamorfosearme, por ejemplo, en mariposa, “una mariposa recién nacida que agarrada a un muro tiene miedo a volar, hasta que una ráfaga de viento la arranca y ella vuela y ya no sabe nada más que volar”.(2)

Cuento para atravesar el bosque, cruzar el río, sumergirme en el lago, franquear el desierto, rebozarme en el barro, adentrarme en la cueva, mojarme con la tormenta, subir la montaña y mirar al otro lado del espejo.

Cuento porque lo que pongo en palabras es lo que nos sucede en ese momento, porque siento que es un acto creador que nos lleva a donde queramos.

Cuento para desaparecer en las historias.

Cuento para volver a ser niña.

(1) Argumento de un cuento de Víctor González de su libro “El río que se secaba todos los jueves”.

(2)Argumento de un cuento de Úrsula Wollfel en su libro “27 historias para tomar la sopa”.

Elena Revuelta: Narración oral, cuentacuentos, artista plástica, animación a la lectura, cuentos para bibliotecas, escuelas, teatro.

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